Hace mucho que comencé a
ocultarme de las personas, hace mucho que comencé a usar una máscara de
indiferencia ante el mundo que me rodeaba. El distanciamiento con mi hermano,
el carácter estricto de mi padre y el desinterés de mi madre eran detonantes
perfectos para lo que, alguna vez, pudo ser nuestra ‘familia’. Todo se había
ido por un agujero hacía bastante tiempo, pero el hecho de querer… no, el hecho
de tener que seguir viviendo, me acarreaba a actuar de una manera repelente y
desconfiada hacia cualquier persona. Crecí con miedo, con una espesa bruma
alrededor que me obstruía la vista a lo verdaderamente importante. Pero no me
importaba, no me importaba en lo más mínimo continuar así, no había nada que me
interesara más que volver atrás, recuperar lo poco que realmente amaba.
Pero la relación con mi hermano
no progresaba, estábamos estancados, hundiéndonos con la misma rapidez que se
hundía nuestra familia. Él podría ser el único consuelo que tenía, pero eligió
actuar rebelde y repelente debido a los malos tratos de mi padre. Yo sólo podía
ver cómo se arruinaba, y cómo lo trataba cada día más y más mal gracias a su comportamiento.
Quería hacer algo por él, quería evitar que se destruyera a sí mismo, pero el
ambiente psicológicamente violento en el que había crecido lo había vuelto
agresivo, y al hacer vanos intentos por recuperarlo, llegó a hacerme heridas en
el cuerpo en varias ocasiones, pero no me importó. Necesitaba recuperarlo,
necesitaba que estuviéramos juntos, no importa lo que me sucediera a mí en el
intento.
Las cosas continuaron bastante
mal, y un oscuro día del lluvioso y frío octubre… la granada estalló.
Mi padre no soportó más la
rebeldía de mi hermano, por lo que lo envió lejos, apenas a sus 9 años, a un
internado a las afueras de la ciudad, lejos de todo. De su familia, de sus
amigos, y de mí… Y pese a que yo intenté evitarlo, también tomó cartas en el asunto
sobre mí. Quería que yo tuviese una educación impecable, así que me inscribió a
un colegio privado con un reglamento absurdamente estricto, sin que yo pudiera
hacer nada al respecto para detenerlo. Aunque, a esas alturas, tampoco quería
hacer nada más. Simplemente… ya no podía.
El tiempo transcurrió lento,
pesado y paulatino. Ambos hicimos nuestras vidas separados, y aunque yo
continuaba viviendo con mis padres, el vacío que dejó la ausencia de mi hermano
se sentía de manera profunda y punzante. Mis padres eran indiferentes ante mi
presencia, pero tampoco crecí con la imperativa necesidad de tener su apego y
comprensión, sabía arreglármelas por mi cuenta, y eventualmente no necesité
expresarme ante nadie, mis emociones fueron acumulándose muy hondo en mi pecho,
aprendí a a ahogar mi gritos y a retener mis lágrimas, era como un cascarón
vacío, casi sin vida, perforado por el dolor de la ausencia. La devastación
crecía por dentro, pero yo me empeñé en seguir adelante, guardando muy profundo
en mí una pequeña esperanza de recuperarlo todo.
Ahora he vuelto aquí, a Sweet
Amoris. Luego de años de estar separada de una escuela aparentemente normal,
volví a un instituto con personas que están vagamente sumidas en mis memorias,
no recuerdo bien a nadie… solamente a uno. Un chico con cabello negro puro y
ojos oscuros. El que reparara mi muñeca para mí hace mucho tiempo fue
suficiente para que no pudiese olvidarlo jamás. No estoy segura si volveré a
encontrarlo aquí, pero tampoco espero que me recuerde a mí.
Mi hermano se volvió un
estudiante ejemplar, podría definirlo como un genio. Su examen de admisión fue
perfecto, no tuvo ningún problema en ser aceptado. Su apariencia, su carácter y
su comportamiento con los demás cambiaron. Era educado, presentable y tenía
cierta dulzura en su manera de ser, desarrolló una empatía hacia los demás que jamás
creí ver.
Pero el abismo entre nosotros
seguía, indiferencia, tal vez miedo, rencor… no estaba seguro de lo que sucedía,
y la forma de ser que adapté con los años; cruda, insensible… no me ayudaba a
tener el valor de acercarme a él.
Y también… había alguien más…
alguien que me impedía el hecho de poder volver con él, establecer la relación
cercana de hermanos que siempre quise que tuviéramos…
Esa chica… siempre detrás de él,
siempre intentando ayudarlo, siempre sacándole sonrisas espontáneas y sinceras…
las sonrisas que nunca pudo darme…
¿Qué es lo que sería esa chica
para mí…?
1 comentario:
Me-en-can-ta *.*
Publicar un comentario