Hoy, realmente, siento
que quiero irme a la mierda.
Descubrí que el
tiempo no detiene a nadie, ni a los sentimientos; mucho menos a los
sentimientos, que las cosas pueden pasar en menos de lo que esperabas, que la
soledad puede ser tu mejor aliada, pero cuando tiene que partir dejas de
extrañarla. Que la esperanza no es solo lo último que se pierde, si no la que
siempre te acompaña…
Y eso, más de una vez,
es malo.
¿Qué son esperanzas
vacías? ¿De qué sirve albergar algo que sabemos a plena consciencia que no
volverá? Hoy no trato de ser poética, ni filosófica, ni trascendental, ahora
eso me parece estúpido, no deseo transmitir nada a nadie. Sólo deseo desahogar
tantos sentimientos reprimidos, sentimientos que están aprisionados dentro de
mí desde hace ya más de 10 años. Sentimientos que no han visto la luz por mi
cobardía, mi miedo a recaer, mi enorme temor a hundirme en un agujero de
emociones que me engulla y no me deje salir nunca más.
También aprendí que
la persona más importante en tu vida en algún momento deja de hacerte
falta, pero por costumbre sigues fiel a la necesidad de saber de ella. Hace ya
10 años que perdí a la persona más importante de mi vida, una persona como
ninguna, una persona a la que no me atrevo siquiera a comparar con nadie, alguien
que me enseñó tantas cosas que aún hoy mantengo bien en alto, alguien que no
sólo marcó mi vida, sino que también me moldeó en muchos sentidos, me hizo ser
la persona que soy ahora.
Hoy, finalmente, he
explotado
Lloré, lloré como si
no hubiese un mañana sin importarme quiénes estuvieran a mi alrededor. Lloré de
dolor, de nostalgia, de impotencia, de desesperación. Mi cabeza hace mucho
tiempo asimiló la muerte de esta persona, pero mi corazón jamás lo ha aceptado.
Vivo reprimida. A la
larga me he creado una faceta infantil y despreocupada que muchas veces uso
como escudo para combatir la tristeza, tengo miedo de llorar, tengo miedo de
volverme débil. Porque bien sé que eso sería mi completa perdición. Aunque la
verdad es que soy débil, soy un maldito y asqueroso ser humano, un ser humano
que comete errores y que inevitablemente siempre derramará lágrimas, y en más
de una ocasión, sin ninguna razón. A veces he creído que cometo más errores que
una persona común y corriente, por desear siempre hacer las cosas por mi
cuenta, por insistir en ir siempre a mí ritmo sin ayuda de nadie. Oculto todo,
oculto todo porque simplemente creo que soy tan, pero tan miserable, que no
vale la pena provocar preocupación en los demás.
La vida a veces es
sumamente confusa. No sé hacia dónde ir, pero supongo que hasta cierto punto
ese es el caso. Tengo todo lo necesario
para ser feliz. Techo bajo el cual vivir, estudios, ropa, un plato de comida el
cual llevarme a la boca, unos padres que a medida de sus posibilidades me apoyan…
no tengo nada de qué quejarme realmente. Sin embargo, es imposible no sentir
dolor, es imposible que los obstáculos que a la larga se me presentan no me
hagan entrar en un estado a veces incluso caótico de desesperación. No es fácil sobrellevarlo todo, siendo yo una náufraga en una isla de
sentimientos encontrados, la damnificada en el desastre natural que tengo por
emociones, pero con todo y eso he estado aquí, fiel a una quizá falsa alegría.
Es mi costumbre mantenerme distante de algunas
personas, y es con mi padre con quien más eh mostrado este lado mío. Nunca
hemos sido muy cercanos, es como si cada quien habitara en su propio mundo, tan
distante, tan diferente. Él siempre tan lejano, y yo por pura soberbia, me
alejaba aún más. Algunas veces traté de acercarme a él, de hacer que nuestra
relación fuera, de menos, un poco estable.
Pero siempre era lo mismo…Yo tan perdida en su
laberinto de sentimientos tan contradictorios y confusos, mientras él se
mantenía completamente incapaz de responder a mis preguntas, agarrarme de la
mano, y sacarme de ahí. De ese abismo en el que me sumergía cada que la
decepción por haber fallado me invadía. Todo se mantenía exactamente igual.
Corazones y mentes distantes y divididas.
No esperaba reaccionar de esta manera al
enterarme del estado de salud tan crítico en el que se encuentra. Esa
incertidumbre de no saber en qué momento podría dejar de verlo para siempre, es
difícil, es realmente difícil asimilar el hecho de que es cuestión de tiempo
para que se vaya para siempre. Pese a que sea un viejo neurótico y necio, es mi
padre, y ahora me doy cuenta que le tengo cariño; quizá no un cariño empalagoso
o demasiado “sentimental”, pero sí lo quiero, a mi modo.
Caso aparte, la sociedad y su ignorancia me
asquean… pero eso no es nada nuevo y no importa demasiado.
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Entrada escrita el 25 de diciembre del 2012, mi padre falleció el 24 de febrero del 2013. No sé que decir acerca de esto, francamente. Pero casi todo lo que escribí en aquel entonces, lo siento aún. Solo diré una cosa: vivan, en serio, VIVAN el presente, o después podrán arrepentirse de no haberlo hecho.